Un tipo está estudiando piano en su casa, y la verdad es que suena
terriblemente mal. Llaman a la puerta, y cuando abre, un señor le
dice:
—Buenos días, soy el afinador.
El aprendiz de pianista le responde perplejo:
—Pero si yo no he llamado a ningún afinador…
Y el afinador le contesta:
—Ya lo sé, ¡me han contratado sus vecinos!
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