En un restaurante, un cliente le está llamando la atención al
camarero que acaba de servirle:
—Pero ¿que no ve que ha metido el dedo en mi plato de sopa?
—No se ponga así, ha sido por las prisas, eso le puede pasar a
cualquiera —se excusa el camarero.
—¡Vale, pero la próxima vez procure mantener el dedo gordo de su
pie alejado del plato!
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