Un tipo entra en un bar y se fija en que el camarero no para de
decir:
—Un capuchino, un café solo, una agua mineral, una gaseosa… Un
capuchino, un café solo, un agua mineral, una gaseosa…
Pero lo más extraño es que los diez clientes que hay en el bar
consumen sin parar todo lo que el camarero va poniendo sobre la
barra. El tipo se queda alucinado y no puede por menos que
preguntarle al camarero cómo puede tener tanta sed toda aquella
gente.
—La sed no tiene nada que ver —le explica el camarero—, lo que
pasa es que son muy crédulos.
—¿Crédulos? —pregunta perplejo el tipo.
—En efecto: ¡se tragan todo lo que digo!
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