Un pescador lleva varias horas pescando bajo un sol de justicia y
por fin ve un pececillo que se acerca, pero en lugar de tragarse el
anzuelo, roba el cebo y se marcha.
El pescador pone otro gusano en el anzuelo y vuelve a probar, pero
el pez vuelve a robarle el señuelo y escapa.
Como ya se le han acabado los gusanos, prueba con salchichón del
bocadillo que le ha preparado su esposa. El pez también se lo
come.
Luego prueba con un pedazo de queso, pero el pez también lo
devora.
Ensarta un trozo de tomate en el anzuelo y el pez vuelve a
arrebatarlo del anzuelo sin picar. Pero esta vez, en lugar de
marcharse, el pececillo emerge del agua y le pregunta al pescador:
—Disculpe, ¿no habrá traído por casualidad un poco de tarta para el
postre?