Chiste Anticuario

Un hombre entra en una tienda de antigüedades, curiosea un

momento y al cabo de un rato le pregunta a la dependienta:

—Disculpe, ¿cuánto cuesta aquella estatua de la esquina?

—Lo siento, pero no está en venta. Y no es una estatua: ¡es el

dueño del negocio!

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