Chistes de Carretera

Chistes de carreteras, caminos, lindes, campo, autovías, autopista, pistas.

Ida y vuelta

Una patera cargada de marroquíes está a puntp de llegar a Tarifa cuando es interceptada por la Guardia Civil. Los pobres ilegales se lanzan al agua intentado llegar a tierra, pero van siendo atrapados uno a uno por la Benemérita. Sin embargo, queda uno que nadando bajo el agua llega a unas rocas entre las que se esconde. La patrullera, las lanchas zodiac y el helicóptero de Control de Fronteras lo busca durante varias horas, pero el hombre consigue escapar campo a través.
Finalmente, llega a una carretera que sigue durante quince quilómetros hasta llegar a Algeciras. Va exhausto y agotado y sobre todo hambriento.
Se rebusca en los bolsillos y sólo encuentra una moneda de 100 pts, se acerca a un quiosco cercano y pide un paquete de patatas fritas. Devora el contenido del paquete y, en el fondo del paquete vé un cartoncillo. Lo saca y lee: “Rasque tres casillas y consiga un premio estupendo”. El marroquí rasca los tres círculos y lee:
“ENHORABUENA, HA GANADO UN VIAJE DE UNA SEMANA A MARRUECOS”

La minifalda

En la parada del autobús, un nutrido grupo espera, en apretada línea,
su turno subir al vehículo. Entonces, le llega el turno a una bella
joven que viste botas altas y una chaqueta a juego con una pequeña
minifalda de cuero. La chica se percata que el escalón de acceso al
autobús es tan alto, que la mini le va a impedir subir. Sonrojada por
la pena, se lleva las manos atrás, buscando la cremallera, la
localiza, la baja un tanto y se dispone a subir. ¡Nada! Todavía la
falda le impide levantar la pierna para alcanzar el escalón.
Avergonzada, mira al chofer, sonríe tímidamente y, de nuevo, se lleva
las manos atrás y baja un poco más la cierre. Pese a todo, todavía la
minifalda le impide levantar la pierna para subir.
La gente que espera en línea comienza a incomodarse y a protestar. En
aquel momento, el fornido tipo que esperaba su turno detrás de ella,
la toma por la cintura, y con facilidad la sube al ómnibus como si
fuera una pluma. La muchacha, furiosa, se vuelve al desconocido y le
increpa:
¡Cómo se atreve a tocarme, descarado! ¡Yo no sé quién es usted,
fresco!
Y el hombretón, encogiéndose de hombros, le responde:
Lo siento, señorita, pensé que después de haber tratado de abrirme la
bragueta dos veces seguidas ya éramos amigos, ¿o no?