Un señor y una señora salen una noche. El señor conviene con ella que le va a pagar 500 euros por sus caricias.
Cuando salen, él se da cuenta de que no lleva dinero en efectivo y decide que le enviará un cheque a través de su secretaria y, para que ésta no se entere de las relaciones que hubo entre los dos, le dará a entender que el dinero es en pago por el alquiler de un apartamento.
Pero el señor decide enviarle un cheque por 250 euros en lugar de los 500 euros acordados y le expone las siguientes razones:
“Estimada señora: Ahí le envio 250 euros en vez de los 500 acordados en pago del apartamento que alquilé, pues esperaba otra cosa :
– Esperaba un apartamento sin estrenar.
– Que tuviera calefacción.
– Que fuera pequeño.
Resultó ser todo lo contrario, pues estaba usado, era frío y ancho. Atentamente,…”
Al recibir esto, la joven señora le contesta:
“Estimado Caballero: Le devuelvo su dinero, pues en verdad no lo necesito, pero debo decirle con referencia a lo que dice su carta, que usted tenía que saber:
– Que un apartamento tan bonito no podía estar sin estrenar.
– Que con seguridad usted no supo encender la calefacción.
– Que yo no tengo la culpa de que usted no tenga suficientes muebles para llenar el apartamento. Atentamente,…”