Un rico hacendado permanece de pie en el vestíbulo de su casa leyendo una carta con gesto sumamente preocupado.
–  Estimado Señor Pérez, ya le hemos avisado más de una vez y usted parece no querer hacerse cargo de la situación  en que se encuentra y mirar para otro lado. Éste es el último aviso:
Si en el plazo de venticuatro horas usted no ha depositado los 300 mil euros en la cuenta, nos veremos en la desagrabable necesidad de proceder a soltar a su suegra.