Entra un anciano en una panadería y le dice al dependiente:
– Póngame cuarenta kilos de pan.
– Pero, caballero, -contesta el dependiente-, se le va a poner duro.
– ¡Pues eso quiero, joven! ¡Eso quiero!- le responde el anciano
Entra un anciano en una panadería y le dice al dependiente:
– Póngame cuarenta kilos de pan.
– Pero, caballero, -contesta el dependiente-, se le va a poner duro.
– ¡Pues eso quiero, joven! ¡Eso quiero!- le responde el anciano