Un día, en el jardín del Edén, Eva llama a Dios:
“¡Señor, tengo un problema!”
Los cielos se abren y se escucha:
“¿Qué te pasa, hija?”
“Ya sé que Tú me has creado y me has dado este hermoso jardín y todos estos animales maravillosos, pero no soy feliz”.
“¿Por qué, Eva?”
“Estoy muy sola”.
“Bueno, tengo la solución: crearé un hombre para ti”.
“¿Qué es un hombre, Señor?”
“El hombre será una criatura imperfecta con tendencias agresivas y enorme ego; poco dispuesto a escucharte e incapaz de comprenderte. Será mayor que tú, más rápido y musculoso; tendrá habilidad para pelear y cazar rumiantes veloces. Se portará bien en la cama, pero querrá dominarte y hacerte creer que te protege y lo necesitas. En resumen, te fastidiará bastante. Si, aún así, lo quieres, te lo daré con una condición”.
“¿Qué condición es esa, Señor?”
“Tendrás que dejarle creer que Yo lo hice a él primero…”