Leprosos

Dos leprosos caminan tristemente por un bosque. Le dice uno al otro:
– Hace ya tanto tiempo que no hecho un polvo que ni me acuerdo, y lo peor es que no tenemos esperanza de que una mujer se acerque a nosotros en nuestro estado.

El otro asiente y dice:

– Es verdad. Pero oye. Y si tu y yo… Mira, no tenemos nada que perder. Ya se que no es lo mismo, pero se le parece.
– Tu crees?
– Tu te agachas y yo te la meto. Y luego al revés.

Dicho y echo. Y en ello estaban cuando les descubrió un grupo de personas. El que estaba agachado se asusta y se endereza. El otro que ya estaba apunto trata de pararlo sujetandole por las orejas, pero no logra evitarlo y ve asombrado como su compañero sale corriendo dejandole con las manos en alto y las orejas en ellas.

La gente que le ve en esa pose le comenta:

– Que maestro, buena faena. Se queda con las dos orejas.

A lo que el leproso responde:

– Mejor debió hacerla el que corre. Se ha llevado el rabo.

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