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Busco una sifilítica
Un tío que entra en un putiferio buscando una puta con sífilis.
La Madame, escandalizada, le dice que ese es un local elegante y que todas sus chicas son muy limpias y tal y cual… pero nada, que el tío insiste, que si no es con una sifilítica, que nada de nada, así que al final va la jefa y habla con una de las chicas:
“Mira Pelos, que este tío quiere una chica con sífilis… ¿por qué no le dices que estas enferma y que has tenido que venir del hospital, y le cobramos el doble?”
Total, que así lo hacen, y despues de la sesión, mientras estan los dosen la cama fumandose el cigarrillo:
– Jo, que suerte tengo, haber encontrado alguien con sífilis.
– Pues mira, tengo que confesarte una cosa… en realidad no
tengo sífilis.
– Ah, ¿no? Pues ahora sí.
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Busco a la más gorda
Esto es un tío que va a un burdel y pide la puta más grande y
gorda que haya; cuando le enseñan la ballena más enorme del local, este hombre dice que no, que él quiere algo mayor y más espectacular, así que la Madame le dice que sintiéndolo mucho no puden satisfacerle, pero le da la dirección de otro putiferio donde trabaja una puta gordísima.
Nuestro hombre va allí y de nuevo no esta satisfecho, y le mandan a otro burdel… al final le recomiendan un prostíbulo en la otra punta del país, donde trabaja la mujer más gorda del mundo. Así que este tío compra un billete de avión, entra en este burdel, y finalmente le mandan a una habitación con una puerta enorme.
Cuando la abre, se encuentra con su sueño hecho realidad; en una cama enorme reforzada con vigas de titanio hay una mujer inmensa. Es obvio que se pasa la vida desnuda en
esa cama, porque ni puede existir ropa de su talla, ni ella parece capaz de levantarse.
Sus carnes generosas se desbordan por los dos lados de la
cama, y sus tetas son tan grandes y flacidas que la mujer tiene que apartarlas para ver quién ha entrado en la habitación.
El cliente es tan feliz que se queda sin habla, mirándola hasta que ella dice:
– Bueno tio, ¿qué quieres?
– Pues… yo venia a pasar un rato contigo…
– Pues venga, joer, que tengo hambre y quiero comer pronto.
Así que el tío escala hasta la cima de esta montaña de grasa y
empieza con su negocio, pero al cabo de un rato se para y dice:
– Perdona, ¿te importaría apagar la luz?
– Pero bueno, ¡esto no es serio! Si te parezco tan gorda y fea
qué quieres hacerlo a oscuras, ¿para que has venido aqui?
– No, si no es eso… es que la bombilla del techo me esta
quemando el culo.
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Chistes para todos los gusto, reír es una forma de liberar tensiones y mejorar el estado de ánimo, los chistes pueden ayudarnos a aprender sobre el lenguaje, la cultura y la psicología humana, en definitiva los chistes son una forma de comunicación que nos permite conectar con los demás, expresar nuestra creatividad y escapar de la rutina. Son como pequeñas dosis de alegría que nos ayudan a ver el lado divertido de la vida.