Según una mujer:
El asado es la única comida que el hombre cocina. Cuando el
hombre se propone hacer uno, la cadena de acontecimientos es la siguiente:
1. La mujer va al supermercado a comprar lo necesario.
2. La mujer prepara las ensaladas, las papas con mayonesa y el postre.
3. La mujer prepara la carne, la pone en una fuente con los utensilios necesarios mientras que el hombre está sentado junto a la parrilla tomándose una cerveza (Solamente uno).
4. El hombre pone la carne en la parrilla.
5. La mujer vuelve adentro a poner la mesa y a preparar la ensalada.
6. La mujer le dice al marido que la carne se está quemando.
7. El hombre saca la carne de la parrilla.
8. La mujer pone los platos en la mesa.
9. Después de comer, la mujer trae el postre, levanta la mesa y luego lava los platos.
10. El hombre le pregunta a la mujer si está contenta de no haber tenido que cocinar ese día y, percibiendo la cara de “ogro” de la mujer, concluye que no hay ninguna huevá que las deje contentas a las mujeres.
Según un hombre:
1. Ningún hombre en su sano juicio va a mandar a su mujer a comprar las cosas para el asado: ella va a traer cerveza “Stone”, dos kilos “cagaos” de bistec, alas de pollo y tres kilos de choclillo que el carnicero le dijo que quedaba muy rico a la parrilla, ya que no consiguió enchufárselos a ningún hombre.
2. ¿Ensalada, papas con mayonesa y postre? Ella prepara estas huevadas para que coman las demás mujeres. Los hombres comemos carne, choripanes y nada más. Punto.
3. ¿Preparar la carne? A la carne sólo se le pone sal gruesa al momento de ponerla en la parrilla. ¿Bandeja con utensilios? Eso es para maricones, el hombre macho se las arregla con un palito quemado y con las manos.
4. ¿Poner la carne en la parrilla? ¿Y quién hizo el fuego, separó las brasas, las acomodó, da vuelta a la carne, y prepara los choripanes?
5. ¿Otra vez preparar la ensalada? Ya dijimos que esas huevonadas las comen las mujeres y los conejos.
6. ¿Que la carne se está quemando? El hombre sólo deja pasar la carne porque la mujer se vive quejando que “está muy jugosa”, que “esto está muy crudo”, “dejala en la parrilla dos minutos más”, después de que les ofrecimos el mismo pedazo diez veces y una hora después de estar a punto; o sea que ellas acaban comiendo la carne en forma de carbón, tan tierna y suculenta como una suela que lleva cien años al sol del desierto del Sahara. ¡Que hinchapelotas!
7. Menos mal que somos los hombres los que sacamos la carne de la parrilla, si fuera por ellas viviríamos comiendo pedazos de carne carbonizada, como la descrita en el párrafo anterior.
8. ¿Platos? No huevee, serán para ellas, el hombre come de la tabla directamente.
9. ¿El postre? Que postre ni que postre, otra cervecita o un Etiqueta Negra, y ¿Lavar los platos? Yo usé los dedos! (y me los limpié en el pantalón y que fue…)
10. Realmente, ninguna huevada que deje contentas a las mujeres… y nunca van a entender lo que es un asado!!!