Un granjero le dice a un mozo que acaba de contratar:
—¡Coge aquel taburete y ve a ordeñar a la vaca! El chico obedece,
pero al cabo de tres horas aún no ha regresado. El granjero va al
establo y lo encuentra allí, muy enfadado, y le pregunta qué ha
pasado.
—¡Ah, yo no tengo la culpa! Es esa vaca tan testaruda: ¡no ha
habido manera de que se sentase en el taburete!
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