Llega Manolo de trabajar en su flamante coche y su mujer le dice: – ¡Manolo te has vuelto a olvidar otra vez! – ¿De que, Pepi? – ¡Hoy cumplimos cinco años de casados! – Pe… pe… pero, ¿cómo me voy a olvidar de eso? – Quiero que me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar. – ¡Justamente era eso lo que había pensado! – Está bien, quiero que me lleves al Hot Poney – ¿Quéeeeee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro! – ¡Manolo! ¡Quiero que me lleves al Hot Poney porque quiero conocerlo! Y fueron… Apenas llegaron, el aparcacoches dijo: – Buenas, ¿Cómo le va caballero? ¡Me alegro de verlo otra vez! La mujer saltó sorprendida: – ¿Qué dice éste? Ha dicho que se alegraba de verte otra vez. ¿Has estado tu aquí? – ¿Yo? ¿Pero estás loca? ¿En ese antro? Los aparca- coches le dicen a todos lo mismo. Estos lugares son así. Llegaron ante el portero: – Sr. Murillo… ¡Qué alegría! – Te ha dicho Sr. Murillo ¡Este te conoce! – ¿Eh?…. Cómo no me va a conocer, si trabaja en el edificio donde tengo la consulta. Es el electricista del edificio. Ya dentro,