Chistes de deporte

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El konejo sano

La cebra que estaba quemando una china en el tabaco, con el papel preparado, para hacerse un porro. A todo esto llega el conejo, corriendo
– ¡Cebra cebra! ¿Qué haces? No tia, vida sana, vente a correr conmigo, tía, no seas así, los pulmones negros y tda esa mierda…
Total, la cebra tira el porro y se va corriendo con el conejo. Unos minutos después, se encuentran con la jirafa, volcando una rayita de farlopa en un espejito que llevaba siempre encima.
– No, jirafa ¡¡¡no!!! ¡No hagas eso! Hay que ser sano, vente con la cebra y conmigo a echar unas carreritas para ponernos en forma… no seas así, que vas a acabar aparcando coches, tía.
Se lo piensa un segundo la jirafa y tira el espejo y el pollo de coca y se va con la cebra y el conejo a echar un ratito de carrera.
Al poco se encuentran al león quemando el jaco en la cucharilla, y con la jeringa preparada ya.
– Joder, león, te pasas tio… te metes en un mundo muy chungo, tío…
Vente con nosotros a hacer deporte, tío.
El león tira el jaco y le mete un zarpazo al conejo que casi le arranca la cabeza.
– León, ¿por qué has hecho eso? – dijo la jirafa.
– Poque estoy hasta los cojones del conejo éste, y de que cada vez
que se come un tripi me haga correr por toda la selva como un gilipollas

El elefante ladron

Un joyero reporta a la policía un asalto recién efectuado a su negocio. En cuestión de minutos llega una patrulla a la escena del crimen; los agentes se dirigen con el orfebre:

“Díganos señor, ¿qué sucedió, cuántos eran, por dónde se fueron?”

“No me lo van a creer, pero fíjense que entró un elefante que se paró frente a mi aparador; con un golpe de su trompa rompió el cristal y usándola como aspiradora, que recoge todas la joyas y se sale corriendo…”

“Por favor, señor, no nos trate de tomar el pelo. Diga la verdad”.

“Les juro que esa es la pura verdad, yo tampoco daba crédito a lo que veía”.

“A ver”, dice el primer policía sacando su libreta. “¿Cómo era el elefante?”

“Pues era un elefante adulto común y corriente, igual a todos”.

“Me perdona, usted, pero existen dos tipos de elefantes: uno es el del África, que tiene las orejas grandes; el otro es el asiático, que tiene las orejas pequeñas. Dígame, ¿cómo era éste ?”, cuestiona el segundo policía”.

“Pues la verdad es que no sé: el muy astuto usaba una pantimedia en la cabeza”.