Chistes de profesiones

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Prisioneros

II Guerra Mundial: El ejército nazi ha hecho prisioneros a tres de los más grandes militares de la alianza. Los tres van a morir fusilados, por lo que les dejan pedir un último deseo.
El primer prisionero, un gallardo general inglés, pide:
– Al estar tan lejos de casa, y al hacer tanto tiempo que no poseo mujer alguna, y vista la pinta de las alemanas… me gustaría gozar del placer de una de esas mozas.
En efecto, le montan una tienda de campaña en el centro del campo de concentración. El general se desahoga y al día siguiente es fusilado.
El segundo prisionero, un rudo general de la marina americana formula también su deseo:
– Me ha gustado la idea del inglés. Yo también quiero desfogarme con las alemanas, pero no una sólo, por lo menos 5.
Y los responsables del campo montan de nuevo la tienda con 5 jóvenes dentro. A la semana sale el marine y es fusilado.
Llega el turno del tercer prisionero, un legionario español, de raza gitana para más señas.
– Yo también quiero acostarme con las señoritas, pero no con menos de 10.
Total, que de nuevo a montar la tienda. Pasa el tiempo, dos días, una semana, un mes, un año, cinco años, treinta años… Los soldados nazis, ya acabada la guerra, aguardaban impacientes la salida del gitano. Y en esto que a los cuarenta años asoma la cabeza del gitano por la puerta de la tienda.
Mira a un lado, mira a otro, se mete de nuevo en la tienda, y sale gritando:
¡A por ellooooos!!!

Militares Argentinos

Tres generales, uno de Estados Unidos, uno ruso y uno argentino, están
en un barco presumiendo de lo valerosos que son sus hombres. El
general gringo llama a uno de sus soldados y le dice:
Tírate al agua, nada alrededor del barco y vuelve.
El soldado, sin pensarlo dos veces, se tira de cabeza al agua, nada
alrededor del barco y vuelve. Entonces el general americano le dice a
los otros dos generales:
¿Son estos huevos o qué?
Pero el general ruso no se deja impresionar, llama a uno de sus
soldados y le dice:
Tírate al agua, da veinte vueltas a barco buceando, y caza un tiburón
con tu cuchillo.
El ruso se lanza al agua inmediatamente, y sin asomarse a respirar da
las veinte vueltas al barco y luego mata con su cuchillo a un tiburón
que pasaba por allí. Cuando vuelve al barco con el tiburón, el general
ruso le dice a los otros dos:
¿Son estos huevos o qué?
Entonces el general argentino llama a uno de sus oficiales y le dice:
Te vas a tirar al agua haciendo el salto del ángel, vas a bucear
hasta el fondo del mar, vas a buscar un barco hundido con un tesoro, y
mientras te lo traes aquí vas a matar veinte tiburones con tus manos
desnudas.
El oficial argentino le contesta indignado:
¿Oiga, y por qué no manda usted a su puta madre?
El general argentino se vuelve hacia los otros dos generales y les
dice con la cara rebosante de orgullo:
¿Son estos huevos o qué?