Durante su visita a España, el Papa cansado de tanto protocolo y alabanza, decide romper por un rato las reglas. Cuando se sube a la limusina para uno de los traslados no públicos,le dice al chofer: – Hijo mío, tengo ganas de romper un poco el protocolo. ¿Serías ten gentil de dejarme conducir mientras tu te pasas atrás para descansar?. – Bueno Santidad, nadie puede negarle algo al Papa, ¿Verdad?. Y allá vamos con el Papa al volante y el chofer sentado atrás en la enorme limusina de cristales ahumados. Un poco olvidado del arte de conducir, el Papa va por una de las avenidas principales de Madrid y se va pasando stops, semáforos rojos, en exceso de velocidad, tumbando contenedores de basura y haciendo poco caso a las señales de tráfico. Se le pega una patrulla de la policía y lo detiene. El Papa baja la ventana, al verlo el policía se asombra y sin decir nada, regresa a su vehículo, toma la radio y se produce el siguiente diálogo: – Agente: ” Patrulla 515 a Central, cambio” – Central: ” Si Agente, ¿qué sucede?, cambio” – Agente: ” He detenido a un tipo que parece muy influyente y