Un abogado muere y se va a las puertas del cielo. Ahí se encuentra con que la fila de gente que espera para ver si va a entrar es inmensa y que en la punta está San Pedro atendiendo. Ya estaba decidido a esperar una eternidad en semejante cola cuando ve que el propio San Pedro en persona se le acerca y tomándolo del brazo delicadamente lo lleva hasta un sillón muy cómodo que está cerca del comienzo de la cola y le dice que no se impaciente que en seguida lo va a atender… El tipo, asombrado por tal trato preferencial le pregunta:
“¡Oiga, San Pedro! ¿Cómo es que me atienden con tanto esmero?”
“Lo que pasa es que estuve inspeccionando los talonarios con que facturaba las cuentas a sus clientes, y por la suma de las horas trabajadas veo que debe tener unos doscientos cincuenta años…”

Comentarios (3)
Tremendo humor, justo lo que necesitaba ahora. Muy ingenioso y bien escrito, ¡enhorabuena! Necesitaba una risa así, gracias por publicarlo. Lo apuntaré para contarlo en la próxima comida familiar.
Tremendo humor, justo lo que necesitaba ahora. Me quedo con la ocurrencia final, es genial. Deberían hacer una serie solo con chistes como este. Lo guardo para contarlo en la próxima reunión, verás qué risas.
Buenísimo, me hizo reír a carcajadas. Me ha cambiado el ánimo para bien, gracias. Muy ingenioso y bien escrito, ¡enhorabuena! Entretenidísimo, me hizo desconectar un rato.