El cura y la monja

Una monja y un sacerdote cruzaban el desierto del Sahara montados en un camello.

Al tercer día, una tormenta de arena los atrapó y se vieron obligados a buscar un refugio para guarecerse de ella.
Cuando acabó la tormenta, ambos religiosos se percataron que el camello estaba muerto.

Entonces el sacerdote dice a la monja:
– Hermana, esto se ve muy mal, difícilmente sobreviviremos dos días aquí y el campamento más cercano se encuentra a una semana de camino. Así que ahora que sabemos que no sobreviviremos, quiero pedirle un favor.
– ¿Cuál?
– Nunca he visto los senos de una mujer. ¿Podría ver los suyos?.
La monja, un poco sorprendida, le responde:
– En las circunstancias en que nos encontramos, no veo ningún problema.
Y mostró sus senos al cura. Este, entonces, le dijo:
– Hermana, ¿le importa si los toco?.
La monja no puso ninguna objeción y se los dejó tocar.

Después de unos minutos, con una picarona sonrisa, le dice la monja al cura:
– Padre, ¿puedo pedirle yo ahora un favor?.
– ¡Claro!
– Nunca he visto el pene de un hombre. ¿Me dejaría ver el suyo?.
– Pues… en las circunstancias en que nos encontramos, no veo el posible daño, madre.

Y se lo mostró…

– ¿Lo puedo tocar?, preguntó la monja.
– Pues… tócalo!!!
Después de varios minutos de tener la atención de la monja, el padre ya ‘armado’ no puede contenerse y acercándose a ella, le dice al oído:
– Hermana… ¿Sabía que si lo inserto en el lugar correcto, puedo crear vida?.
– ¿De verdad?!!! Pregunta sorprendida.
– ¡Por supuesto que si!!!.
-Qué bien, Padre!!! ¡¡¡Metáselo al camello y vámonos de aqui.

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