En una ciudad pequeña, donde casi todo el mundo se conoce, un agente de tráfico detiene a un joven conductor que iba a gran velocidad por la calle principal. A esto, el joven empieza a protestar:
– Señor agente, señor agente…, deje que le explique.
El agente:
– ¡Silencio…! Lo detendré hasta que regrese mi jefe.
El muchacho insistía:
– Pero señor agente, escuche por favor, escuche, que tengo mucha prisa.
Y el agente replicando:
– ¡¡Cállese!!…, y ¡Ahora mismo, a la cárcel, hasta que regrese mi jefe!
Pasan unas horas y el agente va a ver al detenido y le dice:
– Hoy va a ser tu día de suerte, el jefe asiste a la boda de su hija, y cuando venga estará de muy buen humor, seguro que te perdona.
Y el detenido replica:
– No esté usted tan seguro, ¡Ya, que yo soy el novio…,!