Un señor se dirige al veterinario con un gato acurrucado entre sus brazos y cuando le toca el turno de pasar a la consulta del veterinario, éste le dice al dueño:
–¿Araña?
Y éste le contesta:
–No; gato.
Un señor se dirige al veterinario con un gato acurrucado entre sus brazos y cuando le toca el turno de pasar a la consulta del veterinario, éste le dice al dueño:
–¿Araña?
Y éste le contesta:
–No; gato.