Un mendigo le dice a una gorda que va paseando:
– ¡Ay señora, deme una limosnita por el amor de Dios! Tengo hambre, imagínese, llevo cuatro días sin comer.
A lo que la señora gorda contesta:
– ¡Ay, cómo me gustaría tener su fuerza de voluntad!
Un mendigo le dice a una gorda que va paseando:
– ¡Ay señora, deme una limosnita por el amor de Dios! Tengo hambre, imagínese, llevo cuatro días sin comer.
A lo que la señora gorda contesta:
– ¡Ay, cómo me gustaría tener su fuerza de voluntad!