Un cazador le estaba contando sus aventuras en la selva a su compadre.
“Fíjese compadre que yo iba por la selva y como se empezó a poner muy espesa me tuve que ir un poco encorvado. Después se puso más espesa me tuve que ir en cuclillas. Más tarde se puso más tupida y me fui a gatas. Por fin llegué donde ya no había espesura y que me encuentro enfrente de un león.”
“¿Y que pasó después?” le preguntó el compadre.
“¡Que el león hace prrrffffffffffff!”
“¡¿Pero cómo, si los leones rugen?!”
“¡Es que estaba volteado!”