Una monjita iba caminando con un grupo de internas, por un parque y de pronto ve a un hombre completamente desnudo con el miembro erecto, acostado boca arriba sobre la grama. Pensando que sus alumnas no deseaban ver semejante vulgaridad, decidió sentarse sobre el vulgar hombre y taparlo piadosamente con su hábito.
Al poco rato de estar en esa posición comenzó a exclamar:
Ayy, San Alejo…me está rompiendo el pellejo.
Ayy, San Tadeo…qué es este meneo?
Ayy, San Cariaco…me lo meto y me lo saco.
Ayy, San Benito…pero qué es esto tan rico?
Ayy, San Clemente…se me está nublando la mente.
Ayy, San Gerardino…siento que me orino.
Ayy, San Angulo…me lo está metiendo en el culo.
Ayy, San Justiniano…no lo aguanto en el ano.
Ayy, San Andrés…me lo metió otra vez.
Ayy, San Fernando…ahora sí estoy acabando.
Ayy, Santa Leonor…qué rico es este dolor.
Ayy, Santa Ceferina…que verga tan divina.
Ayy, Santa Inés…ya terminé otra vez.
Ayy, Santa Canuta…Ahora me meto a puta.