Un hombre soltero decide adoptar un hijo y a los dos meses va al médico.
– Doctor, al final me compré el libro de pediatría que me sugirió, pero tengo un problema: en la página 56 pone: “…Una vez que el chico haya terminado su biberón, lavarlo en agua hirviendo y frotar el interior con un bastoncillo de cerdas de plástico duro”.
– Hombre, pues no se dónde ve usted el problema, a mí me parece una medida muy adecuada de higiene.
– Sí, pero es que mientras que le hago todo eso, hay que ver como llora el cabrito.