Sangre fría

Un ladrón, pistola en mano, se introduce en una habitación en que duerme un muchacho de 11 años. El chico se despierta y el ladrón le dice en tono amenazador:
– Ni una palabra, si no, te salto los sesos.
– Pues… lo siento por tí; dice tranquilamente el muchacho, dispararías en vano, porque según mi padre, nunca he tenido seso.

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